Y por fin me detengo en el escenario, de pie. La melodía es ahora triunfalista y sugerente a un tiempo. La audiencia también está exhausta y me mira fijamente intrigada por el cambio brusco de la música.
SONRÍO. Este es el momento. Poco a poco, me voy despojando de cada una de las prendas que me cubren, liberándome. Cuando mi cuerpo se encuentra completamente desnudo detengo mi mirada sobre cada uno de los asistentes; me observan atentamente. Respiro. Cojo mucho aire por la nariz y me llevo las manos a la cabeza. Hundo con fuerza los dedos y desgarro la piel del cuero cabelludo. Todos chillan de miedo y sorpresa. Es lo que esperaba.