— (...) Doña Yennefer, ¿cuál es la verdad? ¿Cómo saber que ya ha llegado el momento...?
— ¿... para ir a la cama con un hombre?
Ciri se cubrió de rubor. Estuvo callada un instante y luego alzó los ojos y meneó afirmativamente la cabeza.
— Eso es fácil de saber -dijo Yennefer con naturalidad-. Si comienzas a darle vueltas a esto, es señal de que ya ha llegado la hora.
— ¡Pero yo no quiero para nada!
— No es ninguna obligación. No quieres, no vas.
— Ajá -Ciri de nuevo se mordió los labios-. Y ese... bueno... hombre... ¿Cómo se sabe que es el adecuado para...?
— ¿... ir a la cama?
— Mmm.
— Si acaso se tiene elección -la hechicera deformó los labios en una sonrisa- y no se tiene mucha práctica, lo primero que se valora no es el hombre sino la cama.
Los ojos esmeraldas de Ciri tomaron la forma y el tamaño de platos.
— ¿Cómo que... la cama?
— Exactamente. A los que no tengan cama alguna, los eliminas de inmediato. Entre los que queden, eliminas a los que tengan camas sucias y descuidadas. Y cuando queden sólo los que tengan camas limpias y bien arregladas eliges al que más te guste. Por desgracia no es un método seguro al ciento por ciento. Puede una meter bien la pata.
No hay comentarios:
Publicar un comentario