Al comprar una cámara compacta digital tienes que tener en cuenta 2 cosas: que puedes comprar una cámara por 129€ con una calidad fantástica, o puedes comprar un auténtico ladrillo por 300€, con una calidad pésima. La calidad no es cuestión de precio.
Muchos clientes al recoger sus fotos nos preguntan: "¿Cómo puede ser que las fotos hechas con la nueva cámara potente que compré de 10 megapíxeles me salen peor que con la vieja de 6 megapíxeles?" Muy sencillo: una placa grande de 10 megapíxeles en una cámara tan estilizada resta luminosidad al objetivo, dando menos calidad de imagen. Igual ocurre con los objetivos 200mm de más de 4 aumentos con diámetro reducido.
Los fabricantes de cámaras saben que el 80% de cámaras se venden en establecimientos no especializados. Saben que el comprador elijen la cámara por su diseño, muchos megapíxeles y pantalla grande y aunque sea un ladrillo, tiene la venta asegurada.
Muchos usuarios sólo utilizan la cámara para ver las fotos en el ordenador y, si no las imprimen o revelan, no aprecian la calidad.
3 prestaciones definen la calidad de una cámara: la óptica (definición), el procesador de color (ajuste de colores) y la placa del sensor (ruido, ausencia de grano o niebla en la imagen).
Nuestra satisfacción se produce cuando un cliente, al recoger sus fotos, nos dice: "La cámara que nos vendisteis hace unas fotos maravillosas."
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