Un Poco de Tensión
Uno de los fotógrafos (bueno, ahora sólo queda uno) posee ciertos negativos comprometedores relacionados con el candidato y van a usarlos para tenderle una trampa en un supuesto chantaje o algo parecido. El jefe del periódico va a cubrir la noticia y Claudia decide acompañarlo esperanzada de encontrar por fin a su hermano. Es una excusa perfecta para alejarse de aquí. Voy con ellos.
Vuelve a salir el tema del cáliz robado. Vuelvo a comentar lo desgraciado que me siento por no poder asistir a la exposición... ¡sniff!
El centro comercial es el lugar escogido para el intercambio de los negativos. Buscamos un buen lugar desde donde poder verlo todo. Por aquí tiene que haber un sitio para esconder el cáliz y el libro. Es demasiado arriesgado llevarlos encima.
De repente, aparece el demente del arqueólogo acusándome de haber cogido el libro. Intento convencerle de que no lo tengo, que sería imposible sacarlo de comisaría sin que nadie me viese. No lo consigo. Parece que ha perdido el juicio. Insiste en registrarme. No se lo tolero, argumentando motivos de integridad y preservación de la intimidad. Me da un puñetazo y nos enzarzamos en una pelea. Gane o pierda, esto no me conviene. Le suelto un buen golpe y echo a correr. Por suerte, consigo despistarle.
Ahora sí que tengo que deshacerme de estos objetos. Mierda, en la huida he perdido mi fantabuloso juego de ganzúas. Si alguien lo encuentra y puede relacionarlo conmigo tendré mucho que explicar. Este me parece un buen momento para estudiar a fondo el libro. Retomo la lectura que inicié en comisaría con más calma, pero no encuentro nada interesante aparte de una historia sobre un lugar cercano donde se manifiestan espíritus. Un buen lugar para invocaciones y este tipo de cosas. Nada que reporte beneficios.
Después de mucho buscar, encuentro un rincón que parece seguro. Vuelvo al centro comercial. Creo que me conviene relacionarme con gente "normal" para intentar alejar sospechas en vez de hacer de fugitivo. Aún no doy por perdida la Cruz. La secretaria y el redactor jefe del Diario siguen por allí. No me han visto. También veo al secuestrador con barba de chivo. Esto puede ser muy peligroso, quizás no sea tan buena idea después de todo.
Hay policías en la zona. La "corrupta" se acerca a mí y me interroga sobre el libro. Hago algún comentario relativo al arqueólogo chiflado y mi inocencia en el caso. Otra poli se acerca. Insisten en registrarme. No pongo resistencia, claro. Aunque no encuentran nada, siguen haciendo preguntas. Acuso al arqueólogo, que parecía muy interesado en el libro y que puede estar intentando usarme como cabeza de turco. En un intento de desviar la conversación, comento lo del intercambio de negativos. La poli parece sorprendida. Me doy cuenta de que es la presunta corrupta y de lo que acabo de contarle. Claro que ya debería estar enterada, ¿no? Se va precipitadamente a hablar con su compañera. Esto me da mala espina.
Me acerco al periodista y a Claudia. Tengo que volver a incidir en mi inocencia a costa de la demencia del arqueólogo... demasiados libros, todo el día entre antigüedades... Parece que cuela. También les cuento lo de la poli, incluida mi indiscreción. En ese momento, tres individuos pasan a nuestro lado. Uno de ellos cruza una mirada con Claudia y parece que le comenta algo. Ella me dice que se trata de su hermano, que le ha avisado de que tuviera cuidado.
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