Un tipo completamente borracho, como una cuba, a las tres de la mañana, llega a un edificio y observa curioso el telefonillo del mismo. Levanta el dedo índice, cierra los ojos y se lanza contra el telefonillo consiguiendo pulsar un botón. Al cabo de unos segundos, le responden:
— ¿Diga?
— Hola... ¡hics!... buenasss nochesss, ¿está Pepe?
— ¡NO! -le responde malhumorado, y le cuelgan violentamente.
— Bueno, bueno... ¡hics!... tampoco es para ponerse así -dice el borracho disculpándose. Levanta el dedo índice de nuevo y lo deja caer otra vez al azar sobre el panel de botones. Al cabo de unos segundos, oye una voz:
— ¿Quién es?
— ¿Está Pepe en casa, ssseñora?
— ¿Sabe usted qué hora es, gamberro?
— Lasss... cuadro de la bañana.
— ¡Váyase ahora mismo de aquí si no quiere que llame a la policía, borracho!
— Y lo que me ha costado, vieja... ¡hics!... histérica.
Como le han colgado, levanta nuevamente el dedo índice, apunta al centro del panel y se vuelve a lanzar, apretando otro botón. Al cabo de unos segundos, le responden:
— ¿Síii?
— Buenas doches... ¡hics!... ¿está Pepe en casa?
— Está de juerga con sus amigos y no sé donde puede estar, ¿quién le llama?
Y el borracho, con la cara iluminada, responde a gritos:
— Maríaaa... ¡hics!... asómate a la ventana a ver si yo soy tu Pepe... ¡hics!...
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