“Por increíble que suene, existe un pastel de carne a la sopa no sólo comestible sino hasta delicioso que emplea guisantes reblandecidos, una salsa de tomate picante e incluso relleno de carne proclive a utilizar zonas del animal provistas de nombre. También existen hamburguesas platónicas hechas con buey, en vez de con pezuñas y labios de vaca. Hay puestos de pescado con patatas fritas en los que el pescado es algo más que una gelatina blanca acechando en el fondo de una masa de partículas aceitosas y en las que las patatas no sirven para afeitarse con ellas. Existen salchichas que tienen algo más en común con la carne que el mero color rosado, y sus afortunados consumidores no recurren a la mostaza ¡porque echaría a perder el sabor! El gran problema es que se puede adiestrar a las personas para que prefieran la otra clase y dediquen sus horas libres a buscarla. Es como si Maquiavelo hubiera escrito un libro de cocina. Aun así, poner piña en una pizza es imperdonable.”
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