Espero que pasaran esas últimas horas a gusto. Espero que no las malgastaran en tareas tontas como encender el fuego o trocear las verduras para la cena. Espero que cantaran juntos, como solían hacer. Espero que se retiraran a nuestro carromato y que pasasen un rato el uno en los brazos del otro. Espero que después se tumbarán lado a lado y hablasen en voz baja de cosas sin importancia. Espero que estuvieran juntos, amándose el uno al otro, hasta que llegó el final.
Es una esperanza pequeña, y en realidad absurda, porque de todas formas están muertos.
Pero yo lo espero.
El nombre del viento, de Patrick Rothfuss
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