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sábado, 12 de abril de 2008

Rotkäppchen

Hubo una vez una chica que durante siete años no pudo ver a su madre. Ella llevaba como vestido una armadura y siempre le decían: cuando esa armadura esté gastada por el uso encontrarás a tu madre. Y entonces ella la restregaba cada vez más contra la pared para que se estropeara. Y por fin, la armadura se estropeó. Y ella compró pan, leche, queso y mantequilla. Quería llevárselo a su mamá que hacia siete años que no la veía. Su mamá vivía en una casita en un bosque muy oscuro, muy oscuro.

Cuando caminaba por el bosque se encontró con un lobo. El lobo le dijo: "¿Qué llevas en la cestita?"

Y ella contestó: "Pan, queso, leche y mantequilla. Es para mi mamá."

El lobo le dijo: "Yo quiero un poco de eso."

Y ella le contestó: "Es un regalo para mi mamá."

Después el lobo le preguntó: "¿Qué camino prefieres? ¿El de las agujas, o el de los alfileres?"

La chica contestó: "Iré por el camino de los alfileres."

Entonces, el lobo fue por el camino de las agujas y se comió a su mamá. Después la chica llegó a la casa y dijo: "Mamá, abre la puerta."

"Empuja la puerta, no está cerrada con llave", respondió el lobo. Pero no pudo abrir la puerta, entonces la chica pasó por un agujero y entró en la casa.

"Mamá, tengo hambre."

"Dentro de la alacena hay carne."

Era la carne de su madre que había matado el lobo.

Un gato grande salió de la alacena y dijo: "Te estás comiendo la carne de tu madre."

"Mamá, dice el gato que ha salido de la alacena que estoy comiendo tu carne. ¿Es verdad, mamá?"

"Es mentira, tírale el cestito a ese gato."

Después de comer la carne tuvo mucha sed.

"Mamá, tengo sed."

"Dentro del cántaro hay vino, bébelo."

Entonces se acercó un pajarito y se posó en la chimenea y dijo:

"Te estás bebiendo la sangre de tu madre. ¡Es sangre de tu madre!"

"Mamá, el pajarito que está en la chimenea dice que estoy bebiendo tu sangre. ¿Es verdad, mamá?"

"Tírale la caperuza roja a ese pajarito."

Después de comer carne y beber vino le dijo a su madre: "Mamá, estoy cansada, tengo mucho sueño."

"Ven conmigo y descansa."

Cuando la chica se quitó la ropa y se acercó a la cama, la madre estaba cubriéndose la cara con la caperuza. Su postura era extraña mientras dormía.

"Mamá, ¡qué orejas más grandes tienes!"

"Para oírte mejor, niña mía."

"Mamá, ¡qué ojos más grandes tienes!"

"Para verte mejor, preciosa."

"Mamá, ¡qué uñas más grandes tienes!"

"Para agarrarte mejor, querida niña mía."

"Mamá, ¡qué dientes más grandes tienes!"

"Es para comerte mejor."

Y entonces el lobo se comió a Caperucita Roja.

 

extraída de Jin-Roh (1998), de Mamoru Oshi

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