Hastur carraspeó.
— He tentado a un sacerdote -confesó-. Iba caminando por la calle y vio unas lindas muchachas al Sol, y entonces introduje la Duda en su mente. Podría haber sido un santo, pero en una década será nuestro.
— Muy buena -apuntó Crowley amablemente.
— Yo he corrompido a un político -dijo Ligur-. Le hice pensar que un soborno de nada no hacía daño a nadie. En un año será nuestro.
Ambos se quedaron mirando con expectación a Crowley, que les dedicó una amplia sonrisa.
— Os va a gustar -su sonrisa aún se ensanchó más y adquirió aún más aire de compicidad-. He tenido desconectado todo el sistema de telefonía móvil de Londres durante cuarenta y cinco minutos a la hora de comer -explicó.
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