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jueves, 20 de septiembre de 2018
Una historia conmovedora
Hace unos meses, andaba por ahí intentando hacer unas compras de San Valentín de última hora. Estaba muy estresado y el tiempo no acompañaba. En el aparcamiento del centro comercial estaba oscuro, hacía frío y llovía mientras cargaba mi coche. Me di cuenta de que me faltaba un recibo que podía necesitar más tarde. Murmurando entre dientes, volví sobre mis pasos. Mientras buscaba el recibo perdido en el pavimento húmedo, escuché un sollozo apagado. El llanto venía de un chico pobremente vestido de unos 12 años. Era bajito y delgado. No tenía abrigo. Solo llevaba una camisa andrajosa para protegerse del frío nocturno. Por extraño que parezca, tenía en la mano un billete de 100€. Pensando que se había perdido de sus padres, le pregunté qué le pasaba.
Me contó su triste historia. Dijo que provenía de una gran familia. Tenía tres hermanos y cuatro hermanas. Su padre murió cuando él tenía nueve años. Su madre tenía pocos estudios y tuvo que aceptar dos trabajos mal pagados a jornada completa. Ganaba muy poco para mantener a su gran familia, sin embargo, había conseguido ahorrar y reunir 200€ para comprarle a sus hijos algún regalo de San Valentín (ya que no había conseguido darles nada por Navidad).
La madre dejó al chico de camino a su segundo trabajo. Él tenía que gastar el dinero en regalos para todos sus hermanos y quedarse con lo suficiente para coger el autobús de vuelta a casa. Ni siquiera había entrado en el centro comercial cuando un chico más mayor agarró uno de los billetes de 100€ y desapareció en medio de la noche.
"¿Por qué no gritaste pidiendo ayuda?", le pregunté.
"Lo hice", me respondió el muchacho.
"¿Y no vino nadie a ayudarte?"
El chico fijó la vista en la acera y sacudió tristemente la cabeza.
"¿Cómo de fuerte gritaste?"
El tímido muchacho miró hacia mí y susurró dócilmente: "¡Socorro!".
Me dí cuenta de que absolutamente nadie podría oir a ese pobre niño gritar pidiendo ayuda.
Así que cogí los otros 100€ y eché a correr hasta mi coche.
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