— ¡Pinocho! ¡Pinocho! ¡Me das verdadera lástima!
— ¿Por qué te doy lástima?
— Porque eres un muñeco y, lo que es peor aún, porque tienes la cabeza de madera.
Al oír estas palabras saltó del suelo Pinocho muy enfurecido, y cogiendo un mazo de madera que había sobre el banco, se lo tiró al grillo-parlante.
Quizás no creía que iba a darle; pero, por desgracia, le dio en la misma cabeza, y el pobre grillo apenas si pudo decir cri, cri quedó aplastado en la pared.
Las aventuras de Pinocho (1883), de Carlo Collodi
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