"(...) Ja, pensé, si no va a ser fantasy y al mismo tiempo tiene que tener «amenaza», está claro en qué estilo habrá que escribir. Nunca antes había intentado escribir terror. No me gustaba el género, porque era mentiroso por definición, hasta en el nombre. Sobre todo si se trataba del estilo más de moda, cinematográfico, llamado con todo acierto splatter. Algo que en lugar de provocar miedo, recelo y desasosiego, las más de las veces hacía reír e incluso además producía una repugnancia cercana al vómito con sus «efectos especiales», que estribaban en manchas abundantes de pintura roja, glútenes de color verde y tripas de plástico con aspecto de estar vivas."
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