— Soporte técnico de xxxxx, ¿en qué puedo ayudarle?
— Sí, verá, es que estoy teniendo problemas con el procesador de textos.
— ¿Qué tipo de problemas?
— Pues es que estaba tecleando y de repente las palabras se han ido.
— ¿Se han ido?
— Desaparecieron.
— Hummm. ¿Qué ve ahora en la pantalla?
— Nada.
— ¿Nada?
— Está en negro. No acepta nada de lo que tecleo.
— ¿Esta todavía en el procesador de textos o se ha salido de la aplicación?
— ¿Cómo puedo saber eso?
— ¿Puede ver el prompt C:\ en la pantalla?
— ¿Qué es un promce dos puntos?
— No importa. ¿Puede mover el cursor por la pantalla?
— No hay cursor. Ya le he dicho que no acepta nada de lo que tecleo.
— ¿Su monitor tiene un indicador de encendido?
— ¿Qué es un monitor?
— Es esa cosa con la pantalla que parece una televisión. ¿Tiene una luz pequeñita que le dice cuando está encendido?
— Pues no lo sé.
— Bien. Entonces mire en la parte trasera del monitor y busque el lugar a donde va el cable de la corriente. ¿Puede verlo?
— Sí, creo que sí.
— Estupendo. Siga el cable hasta el enchufe y dígame si está conectado a él.
— Sí, esta enchufado.
— Cuando ha estado detrás del monitor ¿ha visto si había dos cables enchufados a él en vez de uno?
— No.
— Bueno, pues los hay. Ahora necesito que vuelva a mirar por detrás y encuentre el otro cable.
— Vale, ya lo tengo.
— Sígalo y dígame si esta enchufado a la parte de atrás del ordenador.
— No llego...
— Eeehh, bueno, ¿puede ver si está enchufado?
— No.
— ¿Ni siquiera si se arrodilla o se inclina para mirar?
— Ah, no es porque no esté en el ángulo correcto, es porque está muy oscuro.
— ¿Oscuro?
— Sí, es que la luz de la oficina está apagada, y la única luz que tengo es la que entra por la ventana.
— Bueno, pues entonces encienda la luz de la oficina.
— No puedo...
— ¿No? ¿Por qué no?
— Porque es que ha habido un apagón.
.
.
.
— ¿Un... un apagón? ¡Ajá! Muy bien, entonces ya tengo la solución. ¿Todavía conserva las cajas y los manuales y el embalaje de su ordenador?
— Bueno, sí, los guardo en el armario.
— ¡Bien! Pues vaya a por ellos, desenchufe su sistema y empaquételo tal como estaba cuando se lo trajeron. Y luego devuélvalo a la tienda donde lo compró.
— ¡Hala! ¿Entonces es grave?
— Pues me temo que sí.
— Vale, pues perfecto. Entonces, digo yo... ¿y qué tengo que decirles?
— Dígales que ¡¡¡ES USTED DEMASIADO IDIOTA PARA TENER UN ORDENADOR!!!
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