— (...) Mi pueblo no cree que haya ninguna deshonra en estar en la casa de las almohadas. En las Islas del Verano se tiene en muy alta consideración a los que son diestros en el arte de dar placer. Muchos jóvenes y doncellas de noble cuna, cuando florecen, sirven unos años en casas como ésta para honrar a los dioses.
— ¿Qué tienen que ver los dioses con esto?
— Los dioses hicieron nuestros cuerpos, así como nuestras almas, ¿no es verdad? Nos dieron voces para que los pudiéramos adorar con cánticos. Nos dieron manos para que pudiéramos construirles templos. Y nos dieron el deseo, para que copuláramos y los adorásemos de esa manera.
— Tengo que acordarme de comentárselo al Septón Supremo -dijo Tyrion-. Si me dejaran rezar con la polla, sería mucho más religioso. (...)
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