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lunes, 14 de enero de 2008

Sabe más el diablo por viejo...

Al llegar a sus 50 años, una mujer decide rejuvenecerse con una operación de cirugía plástica en la cara. Se gasta €15,000 y se siente excelente consigo misma al ver los resultados. Al emprender el regreso a casa, se detiene en un puesto de venta de periódicos para comprar una revista. Antes de retirarse le dice al vendedor:

— Espero que no se moleste si le pregunto algo: ¿cuántos años cree que tengo?

— Alrededor de 32 —responde el hombre.

— ¡No! Tengo exactamente 50 —contesta muy feliz la mujer.

Poco después, entra en un local de McDonald's y le hace la misma pregunta a la cajera. La chica le contesta:

— Yo diría que alrededor de 29.

La mujer le responde, con una amplia sonrisa:

— No, tengo 50.

A todo esto, ya la mujer se siente lo máximo en el mundo consigo misma. Se detiene en una farmacia. Va al mostrador a pedir unos caramelos de menta y le pregunta al dependiente lo mismo. El dependiente le contesta:

— Oh, yo te calcularía 30.

Orgullosamente, ella le replica:

— ¡Tengo 50, pero muchas gracias!

Ya en la parada del bus que la llevará a su casa, le hace la misma pregunta a un viejecito de aspecto inofensivo, que también espera. Y él le dice:

— Señorita, ya tengo 78 años y mi visión es muy pobre. Sin embargo, cuando era joven, tenía un método infalible para averiguar la edad de una mujer. Tal vez le parezca muy atrevido, pero necesito que usted me deje colocar mis manos dentro de su sujetador. Sólo de esa manera, y de ninguna otra, podré decirle EXACTAMENTE cuántos años tiene usted.

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Siguen esperando en silencio en la calle vacía.

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Hasta que ella no puede más con su curiosidad.

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[Ya saben ustedes como son las mujeres.]

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Y de repente le dice al viejito:

— ¡Qué diablos! ¡A ver, aplique su método!

El anciano coloca sus manos bajo la blusa de ella y empieza a palpar muy despacio y suavemente. Levanta cada pecho y, delicadamente, aprieta cada pezón, varias veces. Ajusta un pecho con el otro y los frota entre sí. Después de unos cinco minutos de esto, ella dice:

— Está bien, está bien... ¿cuántos años tengo?

Él da un último apretón a los pechos, saca las manos y dice:

— Señorita, usted tiene 50 años.

Muy sorprendida, la mujer dice:

— Realmente es increíble, ¿cómo hizo para saberlo?

El anciano responde:

— ¿Me promete que no se enojará?

— Se lo prometo —dice ella.

— Estaba detrás de usted en la cola del McDonald's.

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