— (...) Si el pasado y el presente son tan intolerables, ¿por qué no nos metemos en su vehículo y emprendemos un viaje de placer al futuro?
— Yo lo he hecho —dijo Claymore.
— ¿Cómo?
— Digo que lo he hecho —Claymore apuró su vaso—. Podríamos decir que esta es mi segunda etapa. La primera fue un tiempo situado a más o menos treinta y cinco años de hoy.
— ¿Por qué no se quedó allí? ¿No irá a decirme que todo andaba tan mal?
— Juzque usted mismo. No existe ya ninguna clase de amenaza comunista.
— ¡Magnífico!
— Es a los conservadores a quienes se teme. Los partidarios del inmovilismo en el gobierno, negocios y relaciones internacionales. Todo requiere ser hecho. Debe ser hecho. Resultado: supresión de la libertad de expresión, censura general y caza de espías. Después, hay que tener en cuenta el escándalo del plutonio, el problema de la delincuencia infantil y el contabando de drogas. No es necesario que me extienda acerca de sus canciones populares o de lo que ha ocurrido con sus medios de esparcimiento. La televisión dimensional llega a resultar abrumadora y, como es lógico, la publicidad no se queda atrás. En cuanto a comodidades, no puede usted imaginar lo que llega a representar el rigor y el malestar de un viaje en cohete a la Luna.
— ¿Y las mujeres? —preguntó Don, esperanzado.
Claymore dibujó una elipse con las manos.
— Soberbias. Su peso normal ronda los cien kilos. Se les llama "muñecas tamaño superior". Bastante agresivas, desde luego, pero esto es lo natural en un matriarcado. Como tal vez haya detectado, gracias a las tendencias actuales, controlan virtualmente todas las sociedades y empresas comerciales, aparte del Gobierno y de los medios de comunicación.
"Descanso sabatino", Cuentos de humor negro, de Robert Bloch.