Empezó con fuego dándole cierta forma y siguió con muchos muertos vivientes, algunos hombres lobo, un inmortal despistado y la innombrable señora de negro, de ojos negros y negras intenciones pero braguitas blancas de embriagador aroma a fabada asturiana.
Nuestro desgraciado protagonista, después del coito, se sintió triste porque sus ladillas le picaron demasiado donde no debían. Para intentar aliviarse probó con agua, pero las ladillas se la bebieron. Entonces probó con fuego del averno y las ladillas montaron una barbacoa y llamaron a unos piojos marchosos.
El lider piojo se enamoró de una ladilla adúltera que nunca antes se había planteado un novio piojo. En ese mismo instante las hordas fascistas de ladillas etnófobas comenzaron a ejecutar una impecable pieza de danza ritual para zombificar al lider piojo.
La ladilla adúltera excitada ante la idea de tener un novio zombie empezó a segregar en apartheid ladilloso a todos aquellos cuyos rasgos no aparentaban una plácida salchicha frankfurt ahumada. Las ladillas salchichosas corrieron directamente hacia su muerte ineludible. Debido al maléfico...
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