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martes, 20 de junio de 2006

Una crónica "objetiva"... (y 8)

Las Cosas se Descontrolan

5 de Marzo 2000

Aparece el arqueólogo demente con sus acusaciones de latrocinio sobre mí. Tenemos un agrio enfrentamiento verbal. Amenazo con volver a pegarle. Le digo que la poli ya me ha registrado y no ha encontrado nada. Claudia intercede y me pide que le enseñe lo que llevo. Por supuesto no llevo nada encima, así que le dejo registrarme. El profe no queda convencido y empieza a hacerme ridículas ofertas monetarias por el libro. Lo ignoro. Empieza a haber movimiento. Hay mucha policía rodeando el sitio. ¿Estarán todos en el ajo? Trato de llamar la atención del arqueólogo sobre el asunto, pero él sigue insistiendo en el libro. Creo que lo de demente se queda corto.

Pasa la hora del intercambio y no ocurre nada. Rodeamos el centro comercial en "busca de la acción", y nos encontramos con una redada dirigida por la "corrupta" y su compañera. Hay mucha gente, pero no me voy a parar a hacer un reconocimiento. Nos gritan que nos detengamos. Yo no tengo muchas ganas de hacerlo y echo a correr. Agh. La muy guarra me ha disparado. Joder, esto duele que te cagas. Creo que han cogido al redactor jefe. No sé que habrá pasado con Claudia.

Doy unas vueltas, me acurruco en rincones oscuros e intento ignorar el dolor en mi hombro. Con cautela, vuelvo al centro comercial. Me encuentro con uno de los periodistas, Arturo algo. Parece bastante alterado. Me pregunto si será por lo sucedido o es que oculta algo... ¿esos ojos vidriosos son algo normal?. Intercambiando información, llegamos a la conclusión de que hay algo podrido en el "cuerpo" de policía. Casualmente, me cuenta que estaba investigando el robo del cáliz cuando pasamos cerca del escondite (jeje). Vuelvo a comentar mi interés profesional en el mismo y la mala suerte que he tenido por perderme la exposición... Esta vez no parece que ello despierte sospechas. Que raro, ya me estaba acostumbrando.

Arturito me dice que se ha montado una trampa para el ladrón en la escuela de Peritos con un jarrón Ming falso (¡Buenoooo!). Recorremos varios callejones en busca de uno de sus compañeros con quien había quedado, pero no encontramos a nadie. Claudia y una de las policías nos siguen a distancia durante un rato. Las ignoro y acabamos despistándolas o pierden interés en nosotros. Nos acercamos a Peritos, pero allí tampoco hay movimiento. Nos cruzamos con la poli (definitivamente) corrupta que pasa de nosotros. Vale. En la iglesia no hay nadie. En comisaría, en cambio, hay una gran movida. Mejor evitar el sitio. Parece que no voy a poder hacer mucho más por aquí, así que me despido del periodista. Recupero el libro y la copa de su escondite y me voy...

FIN

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