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lunes, 8 de mayo de 2006

Una crónica "objetiva"... (4)

Un Reencuentro Feliz

5 de Marzo 2000

Clara y su fotógrafo tienen que volver a la redacción del periódico. Nosotros seguimos con el plan original y nos encaminamos al lugar del tiroteo o lo que haya sido, alejándonos (¡por fin!) de la comisaría.

El c*br*n del cura pretende confesarme, acusándome del robo del cáliz (¿?), basándose en el hecho de que en comisaría le dijeron que el ladrón había sido descrito por un testigo como alguien "alto y robusto". Tratando de mantener la calma, le explico que es una descripción muy vaga e imprecisa que puede ser aplicada a mucha gente y que mi interés en obras como el cáliz, la cruz o el libro es puramente profesional, especialmente es este caso, al ser artefactos que pertenecen a particulares y que no salen a mercado. Mencionar el libro hace que los otros dos (el funcionario y la secretaria) vuelvan a recelar de mí porque parece que sé más de lo que he contado. Tengo que volver a explicar lo inocente de mi profesión y que mis conocimientos del libro hasta esa tarde eran meros rumores no confirmados. Esta gente es un poco cortita.

La situación se pone un poco tensa. Justo entonces nos cruzamos con un par de polis de paisano escoltando a dos individuos que coinciden con la descripción de los secuestradores. Una de las polis lleva un bebé en brazos. Hay mucha confusión. El papá quiere a su hijo y la cabeza de los responsables. La secretaria vuelve sobre el tema de la incompetencia y la falta de sentimientos en los cuerpos de seguridad al no dejar que nadie se acerque al crío.

Me adelanto un poco, lejos de semejante barullo y observo como una de las polis "descuida" la vigilancia de sus prisioneros que, obviamente se escapan. Yo, por supuesto, les dejo vía libre. Ambas polis hacen un patético amago de intentar seguirlos. Finalmente, volvemos todos a comisaría.

Mis "compañeros" son acusados de obstrucción a la justicia. Al final todo queda en una leve amonestación. El funcionario insiste en que quiere llevarse a su hijo, y el comisario le dice que debe quedarse en comisaría hasta que se le pueda identificar y qie, además, es una prueba importante.

Después de un rato, Claudia se acuerda de llamar a la madre, quien llega, junto al fotógrafo, en breve. Reunión familiar, alegría, lágrimas de felicidà, qué bonito. También aparecen unos cuantos maderos más y los otros dos periodistas. Mucho jaleo. Me mantengo al margen. El padre Domínguez ha decidido dejar la cruz en comisaría. Si sigue tan transitada no veo nada factible apoderarme de ella...

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